lunes, 21 de diciembre de 2015

El líder silencioso







El líder silencioso


La definición de líder viene dada de la siguiente manera: Persona que encabeza y dirige un grupo o movimiento social, político, religioso, etc… pero no dice como lo dirige.

¿Pero que es ser líder en un equipo de fútbol?

Todos los equipos tienen tres tipos de líderes claramente identificados:
  1.  El que lleva el brazalete (capitán)
  2.  El capitán que no lleva el brazalete –entiéndaseme--
  3.  El que no habla pero se echa el equipo a la espalda




Este último, que a veces puede ser también el que lleve el brazal, es una figura altamente importante en cualquier conjunto.

La capacidad de gestionar un equipo desde el silencio sólo con las acciones propias de un partido, no sólo requiere de un estatus de privilegio dentro del grupo sino que además conlleva una responsabilidad intrínseca que te hace estar en vilo cada semana y que no da opciones a tomarse unas vacaciones de weekend.

Pedirla, sin levantar la voz y que te llegue la pelota, no es más que aptitud y compromiso puestas al servicio del conjunto. Para ello debe realizar un sacrifico en pos del resto y para beneficio del que no corrió como debió.

Reclamar la posesión del balón en situaciones conflictivas con la grada –cuando tu propia afición te pita—sin miedos, y adueñarte de la carga que supone las miradas y gritos de cuarenta mil personas, aparte de personalidad, te identifica como un auténtico líder.

Tener en la cuadrilla un camarada que aliente, anime y sepa abroncar con talento –que hasta para eso hay que tenerlo—en el momento adecuado, no es solo de agradecer sino que es imprescindible, pero al fútbol, al menos al de hoy en día, ojo; ya no se gana solo con los eggs; ahora la clarividencia técnica se ha impuesto al coraje, el cual no hay que despreciar ni mucho menos pero, como ejemplo, por todos es sabido que la “furia española” no ganó nada y mira ahora la que hemos liado con el ya famoso tiki taka.

Algunos por tímido, otros por formas de ser más especiales; lo cierto es que tienes más posibilidades de ganar y hacer las cosas bien si, en vez de hablar incoherencias o reprender sin más, contraes el compromiso de tus funciones y tratas de realizarlas con la mayor destreza y sapiencia del que seas posible –los arquitectos a construir y los peones a no dejar hacer, siendo los dos igualmente importantes-- 

De esta manera estarás consiguiendo sumar, y con ello, ayudando a alcanzar el objetivo.


Y recuerden…disfruten del partido.



“El  talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos”

                   Michael Jordan

martes, 1 de diciembre de 2015

La calidad es inteligencia y viceversa




La calidad es inteligencia y viceversa



En un partido, la estrella del equipo recibe una pelota en la banda; la baja con el pecho y queda adormecida en el césped a medio centímetro de su bota; se le acerca un defensor, le tira un amago con la cintura y a continuación le hace dos “bicicletas” que acaban precipitándolo contra el verde, realizando un posterior centro que acaba en el fondo de la portería empujada por el delantero tanque del equipo… ¡qué calidad!

No lo discuto, ni mucho menos, pero les voy a contar la jugada desde el principio a ver qué les parece.

El portero se la cedió al lateral que ejecutó un control orientado dando posteriormente un pase de 15 metros al medio centro dejándolo en justa ventaja para que, después de haber tenido un sentido táctico incuestionable, se ubicara perfectamente entre dos contrarios y habiendo mirado a su alrededor, mostrando así visión periférica de la situación de juego e incluso intuir la colocación exacta de la súper estrella mencionada, realiza un pase con el empeine de 35 metros con un efecto plano, y a la diana, que llega a su destino en décimas de segundo. ¿Es eso calidad?

La calidad en el fútbol tiene factores que van más allá de la floritura o el control imposible y que pasan desapercibidos al eclipsado espectador que presta especial atención a las fintas, chilenas y demás acciones que, a pesar de dar caché al espectáculo, no excluye a otras maniobras menos apreciadas.

Siempre he pensado que un jugador que no pierde el balón, que ejecuta un porcentaje altísimo de acierto en el pase o que no marra un control, posee tanta calidad como el crack del equipo y que no siempre, esa calidad, es reconocida.

A Xavi Hernández le preguntaron una vez si sabía regatear y contestó: “Ni se regatear, ni soy rápido, ni voy bien de cabeza; pero no la pierdo tan fácil, siempre la paso bien y se dónde están colocados, en todo momento, mis compañeros”

La calidad reside en la cabeza y tiene contrato de alquiler de por vida.

La mejor virtud de un futbolista es su inteligencia --futbolista o lo que sea--.

Saber cuáles son sus condiciones y explotarlas al máximo, esconder los defectos lo máximo posible, sacar provecho de las situaciones que surgen en el juego preguntándole primero a su cerebro que a sus piernas; eso es calidad absoluta.

Siento ser tan reiterativo con el aspecto educativo de los niños, pero tengo la total certeza que un benjamín bien educado será siempre más inteligente que uno con esa carencia formativa y, como consecuencia de ello, ejecutará con más brillantez y solvencia las acciones que se le presenten en un partido.

La inteligencia sirve para muchas cosas pero sobre todo para resolver problemas. Problemas que aparecen en cada entrenamiento, en cada partido…a lo largo de la propia vida.

Si no sabes nadar no te tires al agua, construye un barco.


Y recuerden, disfruten del partido.

viernes, 13 de noviembre de 2015

¿Por qué hay porteros en el fútbol?




¿Por qué hay porteros en el fútbol?


Cuántas veces has escuchado o incluso dicho: “El entrenador no pone a mi hijo en su posición”.

Su posición. Como si fuera algo que le perteneciera por derecho propio.

Hace unos días vi un vídeo del  educador, escritor y conferencista británico Sir Ken Robinson que ponía en entredicho el método utilizado por las instituciones formativas de nuestra sociedad.

Hablaba de la máquina de hacer churros en la que se ha convertido nuestro sistema educativo, produciendo, como en la película de Charles Chaplin “Tiempos Modernos”, autómatas que sigan engrasando la maquinaria de hacer dinero sin tener en cuenta el talento del alumnado y por ende, provocando el desaprovechamiento de las virtudes más acentuadas de cada uno.

En el fútbol ocurre algo muy parecido. No hay ningún jugador en el planeta que no jugara de pequeño en una posición y terminara en otra. Incluso lo podemos ver en futbolistas de primer nivel que a medida que pasan los años retrasan o adelantan su posición aprovechando la falta de algunas cualidades ya extintas y utilizando algunas nuevas, como la táctica o la inteligencia dentro del campo adquirida gracias a su experiencia.

Es cierto que a medida que pasan los años el futbolista empieza a definirse en función de unas características físicas innatas --velocidad, fuerza, potencia, técnica,…-- y por una concepción del propio juego que va más en el ADN que en sus botas --capacidad goleadora, visión de juego, inteligencia táctica,…--, pero hasta la hora de empezar a determinar su posición, es una instrucción valiosísima que juegue y pruebe en todas las demarcaciones posibles para no sólo descubrir cuál es su lugar en el campo, sino también para conocer y contrarrestar de la mejor forma posible las cualidades y patrones de juego que tendrá su adversario en un futuro.

Nos preocupamos mucho de qué debemos decir o cómo debemos actuar, pero no lo hacemos a la hora de escuchar; y cuando digo escuchar hablo, en el caso de los más pequeños, de entender y descubrir qué quieren de verdad, cuáles son las verdaderas habilidades que tienen y que están “silenciadas” ante los oídos del sistema formativo de “haz lo que yo te diga”. Por muchos partidos que haya visto el padre por televisión o jugado con los amigos --yo también he visto muchas películas y no sé cómo se hace una-- ni siquiera él sabe dónde jugará su niño.

A veces creemos que el padre/madre es el mayor valedor de su hijo y en ocasiones, es el que menos aporta… por ponerlo suave.

Estoy seguro de que la disciplina, la constancia en el trabajo repetitivo para mejorar o los procedimientos que atienden al buen funcionamiento del equipo son indispensables para la correcta formación de los jugadores, pero no olviden que esto, al final, es un espectáculo y los genios no se crean, se descubren; y a pesar de que no todos van a serlo, sí es cierto que para llegar al selecto mundo del fútbol tienes que tener algo de artista.


Y no lo olviden, disfruten del partido.





Ponencia del profesor Sir Ken Robinson --Draw a stickman epic--



miércoles, 28 de octubre de 2015

La cabeza pensante



La cabeza pensante


No hace mucho, un entrenador de cantera me dijo la siguiente frase en medio de una parrafada: “No me he quedado con este futbolista porque no me gusta”.

No dije nada más, me despedí de él y me fui.

Nunca he entendido esta frase, igual que muchas otras relacionadas con la sobreautorizada opinión de alguien que decide el futuro próximo de un jugador como consecuencia de su particular gusto futbolístico.

A mucha gente no le gustan las verduras y no por ello son malas.

Creo sinceramente que el problema tiene una raíz más profunda y me lleva a pensar no en lo más hondo sino en la esfera más alta de estas instituciones-empresas a las que llamamos clubes de fútbol.

De la dirección deportiva debe brotar una idea unánime y clara con respecto a la FORMACIÓN  de los más jóvenes independientemente de los gustos del entrenador, pues como se ha repetido en innumerables ocasiones, durante la etapa de formación y crecimiento se producen cambios drásticos en la noción y ejecución de los conceptos futbolísticos que pueden transformar al más torpe de la clase en el Einstein del grupo.

Siempre he pensado que un club de fútbol es una empresa que en vez de producir cajas de cartón produce futbolistas --y en algunos casos entrenadores-- y para ello debe contar con una dirección deportiva que sea la cabeza pensante e implantadora de una idea dirigida siempre al beneficio del más débil, que no es otro que su pequeño futbolista.

Una idea llena de criterios y fórmulas que AYUDEN a la progresión de ese diamante en bruto que poseen los formadores y que aún no ha sido pulido dejándoles claro a sus subordinados que lo verdaderamente importante son sus futbolistas; que no están para evaluar a su gusto a un crío de 14 años sin saber aún si va a ser Xavi, médico, albañil o un “nini”, sino para enseñar, corregir, animar, hablar con educación –pues son, por una hora y media, sus padres- y así contribuir a la correcta formación de estos jóvenes que ansían llegar donde los Messi y Cristiano.    

Es tarea ineludible de los clubes crear una “estrategia empresarial” para el buen funcionamiento en el mercado de su tesoro más preciado, sus futbolistas.

Entiendo que en clubes amateur no es tan fácil como en los clubes profesionales por culpa del “maldito parné”, pero si esto lo está leyendo alguien con autoridad en algún club modesto le recuerdo que las ideas son gratis y lo que planteo, no es más que un modelo de lógico aprendizaje que conlleva --como hacen en universidades como Harvard o Yale-- el descubrimiento del talento por medio de herramientas de auto revelación.

Ya escribí en un artículo anterior, que no todos pueden ser futbolistas profesionales pero si es cierto que todos merecen la oportunidad de creer que lo pueden ser.


… y disfruten del partido.









jueves, 15 de octubre de 2015

Cómo jugasteis, no cómo quedasteis



Cómo jugasteis, no cómo quedasteis



Creer que lo más importante es ganar por encima de todo, estar arriba en la tabla, derrotar al contrario como sea o sacrificar el propio juego en aras de la victoria es la mayor de todas las estupideces que ofrece, por desgracia, el fútbol de formación.

Me doy cuenta cuando asisto a un partido de juveniles, cadetes, etc… y observo con estupefacción cómo el técnico, entrenador o como lo quieran llamar, da órdenes a su legión más típicas de estrategias militares que de un juego de pelota, y todo por la búsqueda incansable del resultado pero, ¿qué aprendieron esos chicos en tal partido?

En el fútbol moderno, y en el no tan moderno, las dos acciones más repetidas a lo largo de un encuentro son el control de la bola y el pase. Pues bien, en muchos de estos encuentros no es difícil adivinar que al jugador se la rempampimflan el uno y el otro y, lo que es más curioso aún, al entrenador también, dejando en evidencia la falta de compromiso con la enseñanza de los fundamentos más básicos de este deporte.

Un formador debe introducir en la cabeza de sus pupilos la importancia de los gestos más repetidos y de mayor trascendencia que se aplican en el fútbol de élite --porque es ahí donde quieren llegar los niños ¿verdad?--y todo empieza por saber parar el movimiento de la protagonista de la fiesta y pasarla a un compañero en las mejores condiciones posibles; ya hablaremos otro día de cómo se puede hacer para que tu equipo parezca el Barça de los seis títulos.


Darle importancia a la posesión, avergonzarse de perderla --cosa que se estila poco--, poner en ventaja clara a mi compañero para que tenga más facilidades de superar su situación, arriesgar sin miedos, lo que hará que la pelota entre por el ojo de una aguja, elegir la mejor opción, o al menos no la peor; son cosas que deben estar en el objetivo del formador en cada entrenamiento, independientemente de la ideología de cada uno, pues como les digo, allá arriba en primera, si la pierdes te cae un marrón y si no controlas bien te grita toda la grada, así que será mejor entrenarlas y aprenderlas cuanto antes.

Evidentemente hay otras muchas cuestiones que hacen de este deporte muy interesante y que no van ni siquiera con la pelota; como la estrategia, la táctica o las cuestiones físicas pero, en mi humilde opinión, si no sabes parar la pelotita y tampoco pasarla, es que no supiste nunca hacerlo o que no te lo enseñaron bien. Esta última suele ser la más utilizada.


Así que cuando termine un partido y se acerquen al entrenador, pregúntenle cómo jugó y no cómo quedó, no vaya a ser que ganara jugando mal y nunca se dé cuenta de que podrá ser el primero de la tabla pero sus jugadores nunca llegarán a ser futbolistas profesionales.


martes, 6 de octubre de 2015

La importancia de los libros.







La importancia de los libros.


Siguiendo la línea de mi último artículo, no quisiera dejar escapar la oportunidad de escribir sobre la importancia del entrenamiento invisible de los niños y adolescentes que inician su andadura en el mundo del fútbol.

Cada día que acuden al entrenamiento reciben formación física, técnica y táctica sobre los comportamientos de un futbolista sobre el terreno de juego, pero la cosa no termina ahí.

Existe un entrenamiento más allá del verde del césped que redunda en los padres, familiares y profesores y que sin duda alguna potencia, de forma exponencial, las capacidades de realizar bien su función en los terrenos de juego.

El apoyo incondicional de sus tutores, como parte de la motivación, y la idoneidad de que éstos interfieran en la educación deportiva es vital.

La falta de respeto, la crítica destructiva hacia el entrenador u otros compañeros o la escasez de ética en el comportamiento a la hora de presenciar un partido, son motivos suficientes para el deterioro de la personalidad del futuro futbolista que requiere, sin embargo, comprensión ante la falta de protagonismo, benevolencia con los errores en la ejecución de una jugada y cariño ante un mal partido.

Recuerden que no son profesionales; que están en la etapa de formación. En un momento de descubrimiento de su propio talento y de constante aprendizaje el cual hará que pasen de jugador “B” a jugador “A”.

Sus formadores-entrenadores, aun sin contar con sus gustos balompédicos, querrán en todo momento lo mejor para su equipo, que no es más que la suma de cada individuo que lo forma.


Otro apartado no menos importante es la educación académica, que lleva implícita la educación del ser humano y que sin lugar a dudas aportará valores instructivos que ayudarán al zagal a convertirse en un futbolista con actitudes propias de un caballero, tan necesarias en un fútbol que va de la mano - no siempre - del insulto de la grada o la violencia de sus ultras más radicales; por cierto, a estos últimos ni agua.

Conseguir que los estudios sean muy importantes para el desarrollo personal de un futuro crack del balompié, es el reto que los padres deben proponerse y que por el contrario utilizan como amenaza para no asistir al entrenamiento de turno.

El enfoque no es otro que hacerle ver a su vástago que será mucho mejor con el balón en los pies cuanto más alta sea la nota de su evaluación.


Sean tolerantes y condescendientes con algo, que al fin y al cabo, no es más que un juego y de paso disfruten del partido.

martes, 29 de septiembre de 2015

No son futbolistas…aún.



No son futbolistas…aún.

Un niño no es un futbolista. 

Es lo primero que me viene a la cabeza cuando un padre exaltado, en cualquier campo de una escuela de fútbol de este país, arremete contra el otro niño que acaba de empujar a su hijo y pide una amonestación como si fuera un manifestante a las puertas de la sede del gobierno.

Ni su hijo lo comprende.

La virtud del fútbol es poder aunar en el mismo espacio a dos contrincantes antes del partido, y a dos amigos después de él. El fútbol no se hizo para encresparse, enfurecerse o cabrearse, se creó para divertirse.

¿Imaginan la primera vez que, en 1848 y después de la reunión que mantuvieron los diferentes colegios ingleses en la universidad de Cambridge para concebir el “Código Cambridge”, los allí presentes se pusieran de corto y comenzaran un partido para celebrar las bases del primer reglamento del fútbol moderno, y no se rieran y divirtieran durante tan solemne encuentro? Es inconcebible.

Un niño solo quiere jugar y aprender por el camino, estar con sus amigos a la vez que da patadas al juguete más bonito que le han regalado nunca, pensar cada día después del colegio que le quedan pocas horas para el inicio de un nuevo entrenamiento y que además, y créanme que esto es así, les importa más pasárselo bien que ganar cualquier partido.  

La competitividad le viene dada al ser humano en cuanto toma conciencia de lo que puede perder, y un niño nunca pierde cuando juega al fútbol. Ya tendrá tiempo de experimentar qué se siente cuando llegue el momento, pero ese momento aún queda lejos, así que, dejemos que disfruten, corran y se rían…rían mucho.

También debo echar un cable a los formadores (entrenadores en otros foros) que tanto tiempo y esfuerzo dedican a esa labor que a la vez es tan reconfortante, y llena tanto.

Ellos son el agua que regará la ilusión y las ganas de ser futbolista de su heredero. Son los que mejor conocen a su hijo futbolísticamente hablando, a excepción del que marca la regla que siempre anda por ahí, y que seguro querrán lo mejor para su mini equipo; aunque este tema me da para otro post, así que me reservaré algunos comentarios.


No quiero acabar sin comentarles, y si me lo permiten, que todos los hijos, sobrinos, nietos…niños, no pueden ser futbolistas, y que encontrarán en el camino de su búsqueda muchas desilusiones, pero recuerden que hay vida más allá del fútbol y que, asimismo, se puede ser “futbolista” en cualquier campo de barrio y con la compañía de buenos amigos.

martes, 22 de septiembre de 2015

Mi primera vez



Mi primera vez                             


Le he dado muchas vueltas al tema de mi primer post y por más que le dé a la cabeza, no se me ocurre mejor forma de empezar que hablando de ella.

Apareció en mi vida a la edad de 5 años y desde entonces no se ha separado de mí. No siempre hacía lo que le mandaba y a veces me ponía de los nervios pero siempre llegaba despacio a mis pies cuando la mandaba a paseo.

A menudo blanda y esponjosa; con deshilachadas más propias de un rastafari; otras, sin embargo, con la piel suave y brillante como recién salida del baño, lo más pegada a mi pie derecho que podía, y a la misma velocidad de mi minúscula zancada.

Todos los que conocía, tenían una amiga más o menos igual que la mía. Es cierto que también estaban los que, por motivos de mayores, no podían tener una, pero era un placer presentarles a nuestras acompañantes a esos que venían solos, y enseguida nos poníamos todos a disfrutar de su presencia.

Verla correr de un pie a otro, salir disparada como un cohete que a veces, y esto es cierto, llegaba casi a la luna, o bajar de ella y quedarse dormida en mi empeine como si estuviera cansada del viaje, eran placeres más allá de la compresión humana, al menos de la comprensión de los adultos que merodeaban la zona y que de vez en cuando se "tropezaban" con ella.

Nos dio tanto que tardaríamos vidas en devolverle tanta emoción, tanta alegría, tanta conexión entre un objeto y todos los que le rodean. Hoy le llaman juego asociativo, pero en mi época le llamábamos "todos a una"; si yo corro tú corres y así durante toda la tarde...que es bastante más que 90 minutos.

LA PELOTA, esa amiga inseparable que la pueden usar, con el mismo delirio, el futbolista más grande de la historia o el carnicero de la esquina; que trata a todo el mundo por igual sin importarle credo, cultura o escudo.

A ella dedico estas primeras palabras. Va por ti!

Ok, y ahora me marcho un rato a jugar…hasta la próxima.