El hooligan que se
convirtió
Hemos pasado por varias eras: El
cretácico, el jurásico, el cámbrico,…todas ellas con sus vicisitudes e hitos
que marcaron la historia de la tierra. Pues bien, ha llegado la era de la
información.
En ésta, nos topamos de frente
con la parte que le corresponde al fútbol --ni que hablar de la que atañe a la política-- que
tiene estafado al receptor de dicha comunicación.
Hago un repaso a los
multitudinarios programas de radio, televisión y medios rotativos de la
actualidad futbolística y no paro de encontrar tertulianos de dudosa credibilidad
dando supuesta cátedra de asuntos de los que no tienen la menor idea; pues el objetivo
primordial no es otro que la búsqueda de la polémica, a ser posible gritando y con ausencia total de diálogo.
¿Qué impresión se llevará un
chico de 14 años, enamorado del fútbol, cuando por la televisión ve cómo lo más
importante del espacio de deportes es la noticia de su jugador favorito
conduciendo su nuevo Ferrari y los presentadores bromeando sobre el color de la
chapa?
¿O cuando parlotean sobre las idas y
venidas de jugadores, sin el más mínimo rigor periodístico? O
aún peor, cuando aparecen imágenes de aficionados insultando a jugadores --personas,
no lo olviden-- a las que no conocen de nada y con las que se tomarían una
cerveza encantados, y a los que parece que quisieran borrar del mapa.
Forma parte, también, de las funciones de los
medios de comunicación educar a los futuros aficionados con testimonios que
vayan en pos de la dignidad, el respeto y la concordia.
Esto no es más que un juego al
fin y al cabo, y entiendo la pasión que despierta el balompié; pero esa pasión
debe estar más cerca del amor que del odio. Ya saben: el odio lleva al miedo y el miedo al lado oscuro como diría Yoda.
El mundo periodístico, en
relación al fútbol, ha adquirido unos caracteres que sobrepasan lo moral y lo
ético de esta profesión; que corrompen y confunden al aficionado dejándolo a
expensas de la opinión de alguien que solo desea vender periódicos, horas de
radio o de televisión. Que no transmiten, ni de lejos, la verdadera naturaleza
de este deporte olvidándose del sacrificio que deben hacer los futbolistas y
entrenadores de élite para lidiar con la competición, los fans, la sociedad, la
presión, etc…
No estaría de más que el “chiringuito” fútbol-periodístico hiciera autocrítica de sus métodos y empezara a rodearse de
intervinientes de certera dicción, y a transmitir un flujo de conocimiento que
ayude al hooligan a dejar de serlo,
al aficionado a entender realmente de fútbol y al niño a ver este deporte con
simpatía y no con aversión.
No quiero dejar escapar la
ocasión para comentar que no todos son iguales y que tenemos a grandes
profesionales que caminan por el sendero de la ética, aplicando
las bases del periodismo, tales como el análisis exhaustivo de la información y
la veracidad de los artículos, aunque estén casi todos en la tele de
pago.
No se dejen engañar y traten de
pensar qué desearían: ¿La verdad o la mentira? ¿El conocimiento o la
ignorancia?... ¿La fuerza o el reverso tenebroso?
Y recuerden…disfruten del
partido.