La cabeza pensante
No hace mucho, un entrenador de
cantera me dijo la siguiente frase en medio de una parrafada: “No me he quedado
con este futbolista porque no me gusta”.
No dije nada más, me despedí de
él y me fui.
Nunca he entendido esta frase,
igual que muchas otras relacionadas con la sobreautorizada
opinión de alguien que decide el futuro próximo de un jugador como consecuencia
de su particular gusto futbolístico.
A mucha gente no le gustan las verduras y no por ello son malas.
Creo sinceramente que el problema
tiene una raíz más profunda y me lleva a pensar no en lo más hondo sino en la
esfera más alta de estas instituciones-empresas a las que llamamos clubes de fútbol.
De la dirección deportiva debe brotar
una idea unánime y clara con respecto a la FORMACIÓN de los más jóvenes independientemente de los
gustos del entrenador, pues como se ha repetido en innumerables ocasiones,
durante la etapa de formación y crecimiento se producen cambios drásticos en la
noción y ejecución de los conceptos futbolísticos que pueden transformar al más
torpe de la clase en el Einstein del grupo.
Siempre he pensado que un club de
fútbol es una empresa que en vez de producir cajas de cartón produce
futbolistas --y en algunos casos entrenadores-- y para ello debe contar con una
dirección deportiva que sea la cabeza pensante e implantadora de una idea dirigida
siempre al beneficio del más débil, que no es otro que su pequeño futbolista.
Una idea llena de criterios y
fórmulas que AYUDEN a la progresión de ese diamante en bruto que poseen los
formadores y que aún no ha sido pulido dejándoles claro a sus subordinados que
lo verdaderamente importante son sus futbolistas; que no están para evaluar a su gusto a un crío de 14 años sin
saber aún si va a ser Xavi, médico, albañil o un “nini”, sino para enseñar,
corregir, animar, hablar con educación –pues son, por una hora y media, sus
padres- y así contribuir a la correcta formación de estos jóvenes que ansían
llegar donde los Messi y Cristiano.
Es tarea ineludible de los clubes
crear una “estrategia empresarial” para el buen funcionamiento en el mercado de
su tesoro más preciado, sus futbolistas.
Entiendo que en clubes amateur no
es tan fácil como en los clubes profesionales por culpa del “maldito parné”,
pero si esto lo está leyendo alguien con autoridad en algún club modesto le
recuerdo que las ideas son gratis y lo que planteo, no es más que un modelo de
lógico aprendizaje que conlleva --como hacen en universidades como Harvard o
Yale-- el descubrimiento del talento por medio de herramientas de auto
revelación.
Ya escribí en un artículo
anterior, que no todos pueden ser futbolistas profesionales pero si es cierto
que todos merecen la oportunidad de
creer que lo pueden ser.