Siguiendo la línea de mi último
artículo, no quisiera dejar escapar la oportunidad de escribir sobre la importancia
del entrenamiento invisible de los niños y adolescentes que inician su andadura
en el mundo del fútbol.
Cada día que acuden al
entrenamiento reciben formación física, técnica y táctica sobre los
comportamientos de un futbolista sobre el terreno de juego, pero la cosa no
termina ahí.
Existe un entrenamiento más allá
del verde del césped que redunda en los padres, familiares y profesores y que sin
duda alguna potencia, de forma exponencial, las capacidades de realizar bien su
función en los terrenos de juego.
El apoyo incondicional de sus tutores,
como parte de la motivación, y la idoneidad de que éstos interfieran en la
educación deportiva es vital.
La falta de respeto, la crítica
destructiva hacia el entrenador u otros compañeros o la escasez de ética en el
comportamiento a la hora de presenciar un partido, son motivos suficientes para
el deterioro de la personalidad del futuro futbolista que requiere, sin
embargo, comprensión ante la falta de protagonismo, benevolencia con los errores
en la ejecución de una jugada y cariño ante un mal partido.
Recuerden que no son
profesionales; que están en la etapa de formación. En un momento de
descubrimiento de su propio talento y de constante aprendizaje el cual hará que
pasen de jugador “B” a jugador “A”.
Sus formadores-entrenadores, aun sin contar con sus gustos balompédicos, querrán en todo momento lo mejor para
su equipo, que no es más que la suma de cada individuo que lo forma.
Otro apartado no menos importante es la educación académica, que lleva implícita la educación del ser humano y
que sin lugar a dudas aportará valores instructivos que ayudarán al zagal a convertirse
en un futbolista con actitudes propias de un caballero, tan necesarias en un fútbol
que va de la mano - no siempre - del insulto de la grada o la violencia de sus
ultras más radicales; por cierto, a estos últimos ni agua.
Conseguir que los estudios sean
muy importantes para el desarrollo personal de un futuro crack del balompié, es
el reto que los padres deben proponerse y que por el contrario utilizan como
amenaza para no asistir al entrenamiento de turno.
El enfoque no es otro que hacerle
ver a su vástago que será mucho mejor con el balón en los pies cuanto más
alta sea la nota de su evaluación.
Sean tolerantes y condescendientes
con algo, que al fin y al cabo, no es más que un juego y de paso disfruten
del partido.